En la cubierta de un velero a la deriva, en alta mar,
se oye la voz de un marinero cantando en soledad,
entre las olas del recuerdo toda su vida viene y va,
melancolía de otro tiempo que nunca volverá.
En una playa desierta en la isla del lagarto,
debajo de una palmera hay un tesoro enterrado,
el tesoro de un pirata, el botín de su pasado,
con cerraduras de plata en un baul encerrado.
Son los restos de su vida, las heridas de un naufragio,
una caracola rosa, las plumas de un guacamayo,
dos mapas del firmamento, un catalejo dorado,
una melena escarlata y el sombrero de un indiano.
Y en un pañolón de seda guarda un corazón de escamas
que en el barrio de la Viña le robó a una gaditana.
Y en la noche perdida por el mar de los sueños,
navega a la deriva esta canción,
navega a la deriva esta canción:
Tango y merengue ¡caramba! menuda prenda el fulano,
aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz buscaron.
Y en una caja de plata, oliendo a cuerno quemado,
envuelta en paja trenzada la cabeza de un tirano.
Tango y merengue ¡caramba! pirata pata de palo,
el pellejo de una iguana, una mecha y un petardo,
una pistola azulada, un corazón recortado
bordado en una bandera negra como el desengaño.
Son los restos de su vida, el botín de su pasado
que regresan del olvido como un pájaro dorado,
como un pájaro dorado.
Y en la noche perdida por el mar de los sueños
navega a la deriva esta canción.
Y en la noche perdida por el mar de los sueños
navega a la deriva esta canción ... (bis)