El hombre que camina sobre los pedazos de cristal
dicen que tiene dos almas, y un sexo,
de ramo duro el corazón,
y una luna y unos fuegos a su espalda
mientras baila y baila
bajo el ángulo recto de una estrella.
Nada que ver con el circo
ni acróbata ni comedor de fuego,
más bien, un santo con los pies descalzos;
cuando ves que no se corta, ya lo sabes,
podrias enamorarte de el
tal vez ya estás enamorada de él,
no importa si tiene veinte años
y, en los pliegues de la mano,
una línea que gira
y él contesta en serio: es mìa
-se refiere a la vida-
y al final del discurso ya lo conoces:
fue agua corriente hasta hace poco
y ahora se ha detenido aquí.
No conoce el miedo
el hombre que salta en los vidrios y los vence
y rompe botellas, rìe y sonrìe,
porque herirse no es possible,
morir, menos que nunca.
Y juntos visitàis la noche
que dicen que es dos almas y una cama
y un techo de choza servicial y dulce
como un paraguas tendido entre la tierra y el cielo.
Él te ofrece su última carta
su último intento valioso para asombrarte
diciendote: hace cuatro días que te amo
por favor no te vayas,
no me dejes herido.
Y todavía no has entendido por qué
le dejaste en un minuto todo lo que tenìas,
pero estàs bien allì donde estàs.(2x)