Dejaste la masía sin despedirte de nadie
y desde entonces nunca más hemos sabido de ti,
Me dijo la mujer
del de la almazara,
que por Barcelona
vas tirando.
Y bajé a buscarte
cansado de esperarte
y de escribir cartas
al viento.
Infructuosamente busco tus ojos azules por todas partes.
De revolver la ciudad, termino con dolor de pies.
No sé, te lo puedes creer,
si caminar o sentarme,
Por más que quiero verte
no te veo.
A los de montaña
la ciudad extraña,
nos causa migraña
y mareo.
Eh...
Soy yo.
¿No me oyes...?
Perdido en la ciudad,
solo quiero saber si estás bien.
Si te gusta el mar.
Eh...
Soy yo.
¿No me oyes...?
¿Qué hago con el gato
que con las prisas te dejaste,
como a mí, olvidado?
Echo a volar palomas mensajeras pero pierden el rumbo.
Enciendo una hoguera en la azotea y hago señales de humo,
pero una vez el viento
mezcla el lenguaje
y esparce el mensaje
por el cielo,
cruel la fortuna
sopla y se ríe, de una
rescatada luna
de miel.
Lleno una botella con versos de amor y duelo por ti
y la lanzo al mar rogando ayuda a Neptuno,
pero una ola fiera
la estrella con empeño
contra la escollera
del muelle
y veo como naufraga,
otra vez,
la esperanza equivocada
del loco.
Eh...
Soy yo.
¿No me oyes...?
Perdido en la ciudad,
solo quiero saber si estás bien.
Si te gusta el mar.
Eh...
Soy yo.
¿No me oyes...?
¿Qué hago con el gato
que con las prisas te dejaste,
como a mí, olvidado?
Mañana por la mañana, vencidos, volveremos el gato y yo
donde las gallinas no ponen y los geranios no dan flor.
Donde sin alegría
me encuentran los días
mirando la vía
del tren.
Me duele, en el bolsillo,
la foto, tan bonita,
de ti, yo, la vaca
y el niño.
Eh...
Soy yo.
¿No me oyes...?
¿No me oyes...?
¿No me oyes...?