Al borde de la ola,
el calor intenso
del sol, me embriaga.
Bebo de su luz,
y dejo que sus rayos ardientes
desaten mis miembros entumecidos,
para ofrecerme un segundo nacimiento.
A lo alto, un cielo
sin nubes,
de un azul impresionante
se funde con el mar.
Borracho de luz,
ahora tengo la impresión,
de no caminar más sobre vuestro suelo,
y escucho los gritos,
de mi alma no humana,
que implora su liberación.