Quiero cantarle a mi gente
y quiero hablarle al hombre de hoy
sin reproches, sin lamentos.
Digo sólo lo que siento y lo que tengo lo doy.
Siento que el gaucho no ha muerto;
lo estoy sintiendo en la sangre,
lo está diciendo la historia.
Gaucho: duerme tranquilo que no te olvida tu gente,
no te lloran las mujeres
y hasta te evocan los niños.
Gaucho, sin nombre y sin apellido:
Aunque te pueda la muerte,
no ha de poderte el olvido.
No sé si canto bien,
pero dejo al alma a la Tradición.
Por eso en mi canto doy
de a pelazos la carne virgen de mi corazón.
Dios, que me das la luz:
El día que la muerte llegue a mí,
desde lo oscuro de allá
seguiré cantando a la tierra coplera de aquí.
Yo, que soy rama del viejo árbol,
ése que en mi tierra plantó el payador,
le pido a todo aquel cantor guitarrero
que me ayude a regarlo con el corazón.
Cantemos la Tradición para que eternamente renazca como una flor.
No se puede olvidar al bravo guerrero, macho y cantor,
aquel que quiso vivir entre clarines, lanzas y una zambita de amor.
Gauchos de mi país de brazos de acero, temple y honor,
la gloria de tu historial vive en esta zamba de tierra, sangre y valor.