No te olvido, no,
haz eso, que no te olvido, no,
dándome la espalda,
que yo ya sé dónde poner la mano.
Contigo no tengo que pedir,
ya sabes lo que me apetece, sí, apetece, sí.
Siempre que me miras,
ya sé que no te olvido, no,
ya sabes que yo no te olvido, no.
¿Por qué queremos crecer
si cuando creces sólo quieres volver al principio?
Pero estar contigo, nena, es lo único que necesito
y esas marcas en el cuello son todas mías
por mucho que no las firme.
Míranos a nosotros dos,
ya ni intentamos disimular.
Míranos a nosotros dos,
contando los días que faltan
solo para estar solo los dos.
Que el después ya no puede esperar,
sí, tú míranos a nosotros dos,
sí, míranos a nosotros.
Haz eso, que no te olvido, no,
dándome la espalda,
que yo ya sé dónde poner la mano.
Contigo no tengo que pedir,
ya sabes lo que me apetece, sí, apetece, sí.
Siempre que me miras,
ya sé que no te olvido, no,
ya sé que no te olvido, no.
Haz eso, que no te olvido, no,
dándome la espalda,
que yo ya sé dónde poner la mano.
Contigo no tengo que pedir,
ya sabes lo que me apetece, sí, apetece, sí.
Siempre que me miras,
ya sé que no te olvido, no,
ya sabes que yo no te olvido, no.
Nena, dame un segundo,
pero no escuches lo que dicen de mí.
Nena, dame un segundo,
que me da lo mismo lo que dicen de ti.
No te haces a la idea
de la leyenda que estoy hecho.
No te haces a la idea
de la leyenda que estoy hecho.
Haz eso, que no te olvido, no,
dándome la espalda,
que yo ya sé dónde poner la mano.
Contigo no tengo que pedir,
ya sabes lo que me apetece, sí, apetece, sí.
Siempre que me miras,
ya sé que no te olvido, no,
ya sé que no te olvido, no.
Haz eso, que no te olvido, no, olvido, no.