Enséñame a vivir otra vez, enséñame a amar,
mis dedos y labios buscan nadar.
Norte, oeste, silencio en el desayuno,
el perfume de las olas se envuelve de un terciopelo azul:
estamos lejos del invierno.
Mírame a los ojos,
cree en mis palabras,
anestésiame con tus caricias,
nuestros cuerpos se esfuman con suavidad.
Y los labios se entumecen,
y los sentimientos se intensifican.
Nos sumergimos en el océano,
no hace falta salir a flote.
Y los labios se entumecen,
y los sentimientos se intensifican:
bucea, bucea, bucea.
Descifrando lo que no se puede ver,
como si fuera la primera vez,
la profundidad nos transforma, cual droga.
Un organismo deshidratado bajo la piel,
el océano también necesita respirar:
emergemos y exhalamos.
Y los labios se entumecen,
y los sentimientos se intensifican.
Nos sumergimos en el océano,
no hace falta salir a flote.
Y los labios se entumecen,
y los sentimientos se intensifican:
bucea, bucea, bucea.