De mañana tempranito,
salto del nido y me voy a la parada
con diadema a la espera del siete,
pero no por el viaje.
Realmente no quería,
pero un cierto día lo vi pasar
y mi pecho escéptico
por un revisor de tranvía volvió a soñar.
A cada repique
que suena del clic de aquel alicate,
en modo frenético
el pecho escéptico toca a rebato1.
Si el tren descarrila,
la gente protesta y yo estoy en la gloria
pues un mero trayecto
en mi caso concreto es ya el destino.
Nadie se cree el estado en que queda mi corazón,
cuando el siete me coge,
hasta creo que el billete me salta de la mano,
pues en la carrera de esta vida vana,
nada me da más
la excitación que el revisor del siete me da.
Qué triste destino,
qué itinerario tan infeliz,
cruzar mi horario con el de un empleado
de un tren de Carris2.
Si le preguntase
si tiene libre pase para el pecho de alguien,
vaya usted a saber,
tal vez yo le invalide el pecho también.
Nadie se cree el estado en que queda mi corazón,
cuando el siete me coge,
hasta creo que el billete me salta de la mano,
pues en la carrera de esta vida vana,
nada me da más
la excitación que el revisor del siete me da.
1. Convocación de los vecinos de un pueblo, a través del toque de campanas u otros medios, normalmente para defenderse de un peligro2. Empresa de transporte público de Lisboa