La leche es buena
y el chocolate es dulce,
y la manzanilla hace bien;
la cebada refresca y el vino te hace feliz,
y el agua sólo quita la sed.
Pero un millón de personas
de Nápoles como yo
no quieren saber nada,
y viven con el café.
Ah! Qué bueno el café!
Sólo en Nápoles lo saben hacer;
y nadie se explica por qué,
¡es una verdadera especialidad, ah!
Ah! Que olor a café
que se huele en esta ciudad;
y el nervioso, nervioso como es,
de vez en cuando se lo va a tomar.
Tan pronto como nace, escuchas al bebé
que dice: «Guè guè,
un poco de café!»
Y el inglés se olvida del té
si descubre
lo que es un café exprés.
Ah! Que bueno el café!
Sólo en Nápoles lo saben hacer.
Y así se explica el por qué
aquí, todo el día
una taza, después otra,
se compra, se calienta y se bebe el café.
Para beber el café
se busca una excusa:
yo se lo ofrezco a otro
y otro me lo ofrece a mí;
nadie dice que "no"
porque es una ofensa:
Ya son seis tazas
y son las tres en punto.
Pero mientras pido la cuenta,
un amigo me llama: «Hey!
espera un momento,
tomémonos un café!»
Ah! Que bueno el café,
Sólo en Nápoles lo saben hacer;
y nadie se explica por qué,
es una verdadera especialidad, ah!
Ah! Qué olor a café
que se huele en esta ciudad;
y el nervioso, nervioso como es,
de vez en cuando se lo va a tomar.
Tan pronto al nacer, escuchas al bebé
que dice: «Gué, gué,
un poco de café!»
Y el inglés se olvida del té
si descubre
lo que es un café exprés.
Ah! Que bueno el café!
Sólo en Nápoles lo saben hacer.
y así se explica el por qué
para todo el día
una taza, después otra,
se compra, se calienta y se bebe el café.
¡Qué bueno el café!