Por la televisión
de una cara conocida se pasea el culo
que desesperadamente de canal en canal
busca un trabajo seguro.
Hay rumores de radio
que con voz sensual apuestan por la guerra.
Improbable o lejana, puede que mundial.
Mejor estar alerta.
Los periódicos titulan
con euforia concertada que la vida es cara
y no es cristiano festejar.
Y sin embargo hay que festejar.
Nunca sabré si es mejor morir en la batalla
o que me impongan la medalla al "Nunca lucharé".
Nunca sabré si es más sabio ser cebo de anzuelo
o tiburón de pelo duro al que hay que temer.
Nunca sabré por qué tengo que ser caballero
si me quitan el caballo y tengo que ir a pie.
Nunca sabré si compensa vender tanto el alma
y reclamarla luego a tiros así: ¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Hey!
Nunca sabré.
En la televisión
al son de las desgracias bailan los corazones.
Cuando estamos heridos, yo no sé por qué,
somos todos mejores.
Y en el caos absoluto el cuerpo pide que la fiesta empiece ya.
Golpes duros que celebrar.
Tiempos peores que festejar.
Nunca sabré si es mejor morir en la batalla
o que me impongan la medalla al "Nunca lucharé".
Nunca sabré si es más sabio ser cebo de anzuelo
o tiburón de pelo duro al que hay que temer.
Nunca sabré por qué tengo que ser caballero
si me quitan el caballo y tengo que ir a pie.
Nunca sabré si compensa vender tanto el alma
y reclamarla luego a tiros así: ¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Hey!
Nunca sabré.
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Hey!
Nunca sabré.
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Hey!
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Hey!