No hay nada por aquí en lo que crea
salvo tú... sí, tú.
Y no hay nada para mí que sea sagrado
salvo tú... sí, tú.
Tú eres quien me alcanza.
Tú eres a quien admiro.
Cada vez que nos juntamos,
mi alma siente que está en llamas.
Nada me importa
y no hay nada que desee
salvo a ti... sí, a ti.
No hay nada por aquí por quien me importe intentarlo
salvo tú... sí, tú.
No me queda nada por lo que vivir o morir,
salvo tú... sí, tú.
Hay un himno que solía oír
en las iglesias todo el tiempo.
Me hacía sentir tan bien por dentro,
tan tranquilo, tan sublime.
Y no hay nada que me recuerde esa
vieja y familiar melodía
salvo tú... sí, tú.
Solía jugar en los cementerios,
bailar, cantar y correr cuando era un niño.
Nunca me pareció extraño
pero ahora sólo paso con pena por
el lugar donde los huesos de la vida se apilan.
Sé que algo ha cambiado.
Soy un extraño, nadie me ve
salvo tú... sí, tú.
Nada importa demasiado o siquiera me complace,
salvo tú... sí, tú.
Nada me hipnotiza
o me hechiza.
Todo me atraviesa directamente
justo como agua de un pozo.
Todos quieren mi atención.
Todos tienen algo que vender
salvo tú... sí, tú.
Niña, te amo.