No hay calles para mi corazón
Ni voces que puedan hacer temblar mi cuerpo desnudo
Pero necesito un esclavo
que me apuñale como un perro fiel,
que devore mi cuerpo,
Ámame mientras te confié mis intenciones
pues sabes que fallaré
Ama mi pureza infantil
pues sabes que lamería cada pecado y tu piel
El límite del amor es el
de necesitar siempre un acómplice
Tengo poco en mi bolsillo, sólo un poco de arena y verdades estúpidas,
pero es suficiente como para compensar tu falta de estilo
y tu tan vago sentido del deber
Mi certeza cae mientras tu saliva prueba mi sexo
Mi lengua surca tus sellos
Mientras que la noche susurra nuestro fin
El límite del amor es el
de necesitar siempre un acómplice
Sin besos en la boca