En el zumbido del café,
en la luz sombría de las lámparas
me quedo sentada, escuchando
una melodía que amábamos tanto.
Cada día al atardecer,
llegabas aquí para verme
y era así hasta ayer,
pero hoy ya sé que
No estoy esperando a nadie,
ya no me dirás "buenas tardes",
pero no puedo abstenerme
de mirar hacia la puerta.
El que quiera tomar tu asiento,
es un intruso penoso;
les digo a todos que está ocupado
como si intentases llegar pronto.
Ya sé muy bien que mis manos
no volverán a sentir el temblor de las tuyas,
pero cada atardecer me encontrará aquí,
donde son más distintos los recuerdos.
No estoy esperando a nadie
y los días que vienen no cambiarán nada,
pero no puedo evitar venir aquí,
donde todo me acerca a ti.
No estoy esperando a nadie
y los días que vienen no cambiarán nada,
pero no puedo evitar venir aquí,
donde todo me acerca a ti.