Ese letrero de neón
dice "sí", luego "no".
Es el incierto estado de ánimo que tienes
y no lo consigues.
Pero de los hombres
que te abrazan
y te roban de los ojos la alegría
no puedes alejarte.
No puedes alejarte.
Si las lágrimas
te ayudasen,
aventarías el dolor que ahora existe
ahí dentro de ti.
En la habitación 26,
entre esas flores que nunca miras,
donde vendes el cuerpo por horas,
donde amarse no es amor
y recostándote te alejas de ti.
En la habitación 26,
donde encuentras siempre otro adiós
que hiere tu necesidad de afecto
en ese breve contacto que no existe.
El hombre que no quieres,
el hombre que no conoces
está golpeado tu puerta desde hace un rato
pero no le abrirás.
Como golondrinas
intocables
que se van libres de un cuerpo ya cansado,
los pensamientos que tienes.
En la habitación 26,
entre esas flores que nunca miras.
Si te asomas ves el mar,
vuelves a respirar,
después te pierdes en su armonía.
Y tienes el valor de marcharte
lejos de un mundo sucio que no quieres.
Lejos de un beso que no tiene ternuras,
que no conoce caricias.
Y caminas a lo largo del mar
en su lento respirar.
Ya eres parte de todo eso.
En la habitación 26,
pones una flor entre tus cabellos
mientras el alba nueva viene a encontrarte
en el perfume del viento.
En la habitación 26.