¿Sientes esa piel áspera?
Un gran frío en el alma.
Hasta una lágrima que desciende te causa fatiga.
Muchas esperas atrás en el rincón.
Alegrías que no te pertenecen.
Este tiempo inconciliable que juega contra ti.
Así es como terminamos después.
Clavados en una ventana.
Espectadores melancólicos
de felicidades imposibles.
Con muchos viajes suspendidos y
maletas ya vacías de toda una eternidad.
Ese dolor que no sabes qué es,
sólo él nunca te abandonará. Oh, nunca.
Ese malestar es un refugio.
Tu crecimiento avanza con mucha prisa.
Ya no se hacen milagros,
ahora ya no.
No le hagas caso a esas muñecas.
No toques esas píldoras.
Esa monja tiene un lindo carácter.
Es buena con las almas.
Te daría mis ojos
para que veas lo que no ves.
La energía, la alegría
para sacarte sonrisas de nuevo.
Decirte que sí, siempre sí
y lograr hacerte volar
a donde quieras, donde conozcas,
ya sin ese peso en el corazón.
Esconderte las nubes
y ese invierno que te lastima.
Curarte las heridas y
hasta un diente para que comas.
Y luego verte reír,
verte correr de nuevo.
Olvídalo, hay quien olvida
una flor por descuido un domingo.
Y después silencios. Despúes silencios... silencios.
En los jardines que nadie conoce
se respira la inutilidad.
Hay respeto y mucha higiene.
Es casi locura.
No sabes lo bonito que es abrazarte.
Vernos aquí para defenderte,
y vestirte y peinarte, sí.
Y susurrarte "No te rindas".
En los jardines donde nadie va,
cuánta vida se arrastra hasta aquí.
Sólo achaques, pequeñas anemias.
Sin fantasías no somos nada.
Sonríeles, aýudales,
te ruego, no los dejes caer.
Débiles, frágiles,
no les niegues un poco de tu amor.
Estrellas que ahora callan
pero dejan una marca en el cielo.
Los hombres no brillan
si ellos tampoco son estrellas.
Manos que ahora tiemblan
porque el viento sopla más fuerte.
No las sueltes, ahora no,
que no les sorprenda la muerte.
Nosotros somos los incapaces
porque a pesar de tener a veces no damos.
Olvídalo, hay quien olvida
una flor por descuido un domingo.
Y después silencios. Despúes silencios... silencios.