Fluido como el agua,
libre como el aire,
como el éter,
puro como el fuego,
sólido como la tierra...
A la memoria de los nuestros,
a la de nuestros compañeros de galera,
de la sangre de los disparos,
del peso sobre los hombros.
A la luz de nuestros defectos,
nuestros errores y los vuestros.
A la locura de la época,
a todos los frutos de nuestras revueltas.
A nuestros sueños que se revuelcan,
en un mundo que nos ha dejado
los ideales encerrados
dentro de las entrañas de nuestras almas heridas.
A los nuestros,
que adormecen el odio en el vientre.
A nuestros sueños de la infancia,
al aire, al viento... A fondo!
Aquí llegan de nuevo los salvajes,
a reanimar a aquellos que duermen
en sus doradas jaulas;
hemos venido a destrozar sus ídolos.
Nosotros somos aquellos
que no serán domesticados,
los que vienen gritando desde los tejados,
por la digna libertad perdida,
que la Naturaleza recobra sus derechos.
El viento aligera nuestro peso,
sopla nuestras velas,
los pulmones llenos de sueños
abren paso a los salvajes.
Fuera del alcance de sus leyes,
como el amor,
como el tiempo,
como la muerte,
como el viento,
como la vida,
como lo supremo.
Bienvenidos a la creación,
sabed que no es la vuestra.
Hijos libres de Dios, este no es vuestro becerro
de oro para adorarlo.
Bajo las armas de mierda
nos han puesto plomo en las alas;
alquimistas, vamos a convertirlas en oro puro!
Díles que no puedes dormir,
que el mundo está torcido,
evitemos los torpedos
de su tortura psicológica.
Aunque les moleste,
nos mueve una causa.
Amigo de la desgracia, despelléjate
las alas hasta llegar a ser quien eres, atrévete!
Aquí llegan de nuevo los salvajes,
a reanimar a aquellos que duermen
en sus doradas jaulas;
hemos venido a destrozar sus ídolos.
Nosotros somos aquellos
que no serán domesticados,
los que vienen gritando desde los tejados,
por la digna libertad perdida,
que la Naturaleza recobra sus derechos.