Por encima de Kraljevo un vivo fuego destella,
Veamos qué Četnik no está ya entre nosotros.
No está entre nosotros Simo, ni tampoco lo está Deroko,
Éstos eran dos de los mejores hombres de Draža.
A nuestro Simo lo mataron los alemanes,
Le segaron las balas de ametralladora.*
Mientras que a Deroko, el joven capitán,
Lo asesinó cobardemente una compañía partisana.**
Justo entonces, por la mañana alrededor de las siete,
La madre de nuestro Simo exclamó:
–Así, Simo, así, querido hijo,
Así es como un serbio da la vida por la libertad!