No se puede torcer el destino
como débil varilla de estaño,
si al amor lo adormece un desprecio,
más tarde despierta terrible incendiario.
No pretendas, mujer, olvidarme
y borrar con champán el pasado.
Como marca indeleble yo vivo
sujeto a tu vida, siguiendo tus pasos.
Tú pudiste cambiar mi destino
yo te amé con el alma y te amo.
Te entregué el corazón, lo rompiste
tú tienes la culpa, mujer, si soy malo.
Y tendrás que dar cuenta al eterno
de mi pobre delirio de insano.
Te acaricio, te nombro y busco,
perdón si estoy loco,
perdón, no sé que hago.