Es tan bueno que seas chiquito
y yo de ti ser tu madre,
en esta suerte del destino
de los amores que la vida tiene.
Nunca canté tan bajito
este amor en nuestro interior
cuando arrullo al chiquillo
en la cuna de mi voz.
Mis brazos en su lecho
son ríos de una pasión
en las alas donde me acuesto
al latir del corazón.
Haz de mi regazo su nido
y de este canto las amarras,
con gemidos apagados
que más parecen guitarras.
Duerme, duerme, mi niño
en los sueños que la vida tiene,
pero guarda siempre un rinconcito
en el regazo de tu madre.