En la casa de los traficantes
siempre parece gran fiesta,
si hay el cerdo le cortan la cabeza.
La casa de los traficantes, escondida, blindada
del resto del mundo, protegida, aislada.
En la casa de los criados se espera la fiesta,
pero si no es aquel día, la esperanza queda,
La casa de los criados, casa a reparar,
a los primeros temblores, aún puede colapsar.
La casa de los traficantes es alta sobre aquel monte,
la casa de los criados está abajo detrás del puente.
Pero los temores bajan
mientras los sueños suben,
suben.
Las hijas de los traficantes, pálidas y bellas,
abren las ventanas, es normal, hay estrellas.
Parecen felices pero acecha el enfado
en su dorado privilegio encantado.
Las hijas de los criados tienen mejillas rojas,
sufren, tiñen faldas rojas,
leen novelas con enredos rosas,
sueñan con palacios y vestidos de boda.
La casa de los traficantes es alta sobre aquel monte,
la casa de los criados está abajo detrás del puente.
Pero los temores bajan
mientras los sueños suben,
suben.
Traficantes y criados,
la misma vida,
sueños o dinero,
arena entre los dedos,
arena entre los dedos.