Me crucé con un entierro
—el de la caja iba muerto—.
—¿A dónde vas? —me decía—.
—Adonde tú —respondiendo—.
Se marchaba muy tranquilo,
me quedaba sonriendo.
¿Quién va más muerto que vivo,
quién va por mejor sendero,
el de la caja o yo misma,
que todavía te quiero?