Lo primero que recuerdo es un pitido solitario
y el sueño de un joven por hacerse mayor para montar
en un tren de mercancías que abandona la ciudad, sin saber
adónde voy.
Nadie consiguió hacerme cambiar de idea,
pero mi madre lo intentó.
Hijo único rebelde de una familia humilde
y apacible,
mi madre parecía saber lo que me esperaba.
A pesar de todos los domingo aprendiendo
sobre el mal, seguí dando tumbos
hasta que mi madre ya no pudo sujetarme.
Y cumplí veintiún años en prisión con cadena perpetua
sin libertad condicional.
Nadie consiguió llevarme por el buen camino, pero mi madre lo intentó.
mi madre lo intentó.
Mi madre intentó educarme mejor, pero
me negué a sus ruegos,
lo que me convierte en el único culpable porque mi madre lo intentó.
Mi querido anciano padre, que en paz descanse, le dejó a mi madre
una pesada carga.
Ella intentó con todas sus fuerzas suplir su ausencia:
horas de trabajo sin descanso deseando para mí lo mejor,
intentó educarme bien, pero yo me negué.
Y cumplí veintiún años en prisión con cadena perpetua
sin libertad condicional.
Nadie consiguió llevarme por el buen camino, pero mi madre lo intentó.
mi madre lo intentó.
Mi madre intentó educarme mejor, pero
me negué a sus ruegos,
lo que me convierte en el único culpable porque mi madre lo intentó.