Quería que no te faltara lo más necesario
comprarte vestidos, rebosos bonitos,
pero en mi pobreza te di lo contrario.
Quería que en pueblo fueras la mejor vestida,
que los días domingo al salir de misa
fueras el motivo de muchas envidias.
Quería comprar coloretes para tus mejillas,
aretes dorados, collares de vidrio
de los que don Juan vende en su varilla.
Pero la pobreza no me dejó nunca mirarte Catrina,
no pude traerte como había soñado
y las ilusiones de toda mi vida aquí se terminan.
Ahora que miro que te estás muriendo,
me pongo a implorar le pido a Diosito que te compre allá
en el cielo todo lo que yo en la tierra no te pude dar.