Yo compongo baladas,
las escribo aquí mismo en la calle,
puedes comprarlas en toda la ciudad,
tuyas por un penique la hoja.
Soy un caza palabras a la puerta de la imprenta,
desde las madrigueras de la Calle de la Ginebra,
Escribiré una escena en una barra,
- confesiones y pecados seguramente, chicos,
confesiones y pecados seguramente.
Así me encontrarás en lo de Madame Geneva,
manteniendo los demonios a raya,
no hay nada como la ginebra para ahogarlos,
pero siempre regresan en el día de las ejecuciones, en día de ejecución.
Vienen traqueteando sobre los adoquines,
se sientan en sus ataúdes de negrura,
algunos son simplemente todos, otros parlotean
encima de sacos o barriles de brandy.
Los bancos están llenos de buenos chicos,
y la vendedora ambulante monta su puesto,
mientras se giran al patíbulo,
estará vendiendo justo debajo de la horca,
vendiendo justo debajo de la horca.
Así me encontrarás en lo de Madame Geneva,
manteniendo los demonios a raya,
no hay nada como la ginebra para ahogarlos,
pero siempre regresan en el día de las ejecuciones, en día de ejecución.