Libertad mía,
mucho tiempo te guardé
como una perla rara.
Libertad mía,
eres tú quien me ayudó
a soltar las amarras
para ir donde fuera,
para llegar al final
de caminos improvisados,
para recolectar en sueños
una rosa de los vientos
en un rayo de luna.
Libertad mía,
a tus deseos
mi alma se rendía.
Libertad mía,
todo te lo di,
mi última camisa.
Y cuánto sufrí
para satisfacer
todas tus exigencias.
Cambié de país,
perdí a mis amigos
para ganar tu confianza.
Libertad mía,
supiste apaciguar
todas mis manías.
Libertad mía,
tú, que me hiciste amar
hasta la soledad.
Tú, que me hiciste sonreír
cuando veía acabar
una hermosa aventura.
Tú, que me protegiste
cuando iba a esconderme
para sanar mis heridas.
Libertad mía,
sin embargo, te dejé
una noche de diciembre.
Abandoné
los caminos apartados
que seguíamos juntos
cuando sin darme cuenta,
atado de pies y manos,
me dejé embaucar.
Y te traicioné por
una prisión de amor
y su hermosa carcelera.
Y te traicioné por
una prisión de amor
y su hermosa carcelera