Había una vez, resultado de un juez
que era amante de los jueves,
Un gran señor que sufría el deshonor
de sus sirvientas infieles
Y una mujer neurótica sirviendo el té,
en las habitaciones de algún juez,
disponible el primer jueves del mes.
Había una vez, una casa con tres
personas en una mesa.
Uno en inglés, otro hablaba en francés
y el otro hablaba en caliente.
Cada uno mantenía su conversación
que giraba en tres temas en cuestión,
amor libre, propiedad y represión.
Y en la casa la noche pasa amablemente,
el señor con el juez, y el juez indiferente,
si alguien se ríe...(ay... ahh ahh ahh...)
Había una vez un país al revés
y todo era diferente.
Todo el dolor, el oro y el sol
pertenecían a la gente.
En esa casa dividieron el pastel
y no dejaron nada sin comer,
la bandeja se la llevó la sirvienta.