Fue así, era costumbre,
venías a pedirme lumbre
a la barra de aquel bar.
Yo dije que no primero,
después me compré un mechero
e incluso volví a fumar.
Vaya noches que pasamos,
cuántos cigarros fumamos,
tanta lumbre que te di.
Un día desperté con frío,
estaba el cenicero vacío
y nunca más te encontré.
Pero ayer, en aquel bar,
de repente te vi entrar,
fuiste directa a la barra.
Como era tu costumbre,
viniste a pedirme lumbre
pero te dije que no.
Si cuando te marchaste
tiré el mechero fuera
¿qué lumbre te puedo dar?
Pide a otro que te ayude,
por el bien de mi salud,
yo ya dejé de fumar.
Sin dormir, de madrugada,
oí tus pasos en la escalera,
vi por la ventana tu coche.
Debajo de la almohada
encontraste mi mechero
y me encendiste el cigarro.