Cuando la noche esté,
precisamente,
más cerrada y más confusa,
que viva todo aquel valiente
que tiende un puente
y el valiente que lo cruza.
Brindemos por las clarividentes
mentes abiertas, despiertas, viajeras,
de la enredadera humana
que crece,
que trepa
y que va
agrietando los muros,
dejando que rayo
a rayo
a rayo
a rayo
entre la luz en lo oscuro.