Pueblo en el fondo del valle
Como perdido, casi ignorado
Aquí, en la noche estrellada
Se nos da un recién nacido
Que se llama Jean-François Nicot.
Es regordete, tierno y sonrosado.
En la iglesia, hermoso hombrecito,
Mañana estarás bautizado...
Una campana suena, suena
Su voz de eco en eco
Dice al mundo asombrado:
"Es para Jean-François Nicot. "
Es para acoger un alma
Una flor que se abre al día
Apenas, apenas una llama,
Todavía débil, esta gritando
Protección, ternura, amor...
Pueblo en el fondo del valle,
Lejos de los caminos, lejos de los humanos,
Aquí, después de diecinueve años,
Corazón agitado, Jean-François
Toma por esposa a la dulce Elise,
Blanca como una flor de manzano
Ante Dios, en la antigua iglesia
Este día se casaron...
Todas las campanas suenan, suenan.
Sus voces de eco en eco
Maravillosamente coronando
La boda con François Nicot:
"Un mismo corazón, una misma alma,
Dice el sacerdote, y para siempre
Sea una llama pura
Que se levanta y proclama
La grandeza de su amor. "
Pueblo en el fondo del valle,
Días y noches, el tiempo ha huido
Y en la noche estrellada
Un corazón se duerme, Francisco está muerto...
Porque toda carne es como la hierba,
Es como la flor del campo,
Espinas, frutos maduros, ramos y gavillas,
Por desgracia, todo se marchitará...
Una campana suena, suena
Canta en el viento
Obsesiva y monótona
Le dice a los vivos de nuevo:
"No temáis, corazones fieles
¡Dios vos dará una señal un día!
Encontraráis bajo su ala
Con la vida eterna,
La eternidad del amor... "