Yo quiero dedicar este poema
A todas las mujeres que amamos
Durante algunos instantes secretos,
A las que conocemos apenas,
A las que arrastra un destino distinto,
Y que no se vuelven a ver más.
A la que vemos aparecer
Un segundo en su ventana
Y que, rápidamente, se desvanece,
Pero cuya esbelta silueta,
Es tan graciosa y delicada
Que nos quedamos maravillados.
A la compañera de viaje
Cuyos ojos, encantador paisaje,
Hacen parecer corto el camino.
Que somos los únicos en comprenderla
Y que dejamos sin embargo bajar
Sin haber rozado su mano.
A la bailarina de valses fina y flexible
Que os pareció triste y nervioso
Por una noche de carnaval
Que quiso permanecer desconocida
Y que nunca regresó
A girar en otro baile
A las que ya están comprometidas,
Y que, viviendo horas grises,
Cerca de un ser demasiado diferente,
Os han, inútil locura,
Dejado ver la melancolía
De un porvenir desesperante.
Queridas imágenes divisadas,
Esperanzas de un día frustradas,
Estaréis en el olvido mañana
Por poco que la felicidad llegue
Es raro que nos acordemos
De los episodios del camino.
Pero si hemos fracasado en la vida,
Pensamos con un poco de ganas
En todas esas felicidades entrevistas,
En los besos que no osamos tomar,
En los corazones que os deben esperar,
En los ojos que no hemos vuelto a ver.
Entonces, en las noches de hastío,
Mientras poblamos nuestra soledad
Con los fantasmas del recuerdo,
Lloramos los labios ausentes
De todas las bellas fugaces
Que no supimos retener.