Esta noche he encontrado como se reencuentra un amigo,
el tango nacido en los suburbios, de Buenos Aires,
el que va a buscar su savia y sus raíces
en la pena y la alegría, del pueblo de Argentina.
Yo le presto mi voz, el me ofrece su música
brotada de este país del sur de América,
continente milenario o refugio de exilio
a dos pasos de Chile y al lado de Brasil.
Tierra cien veces martirizada, a menudo resucitada,
donde la vida y la muerte se unen para cantar,
donde el amor se baila hasta el amanecer,
donde la esperanza y el duelo son del mismo festín.
Esta noche he encontrado un amigo del tercer mundo,
la América Latina y el Oriente se corresponden,
el tam-tam, la guitarra y el bandoneón
acompañan la llamada a la revolución.
Revolución donde todo será música al final,
donde no existirán más ni el miedo ni el hambre,
música que será la nueva harmonía
de un mundo que renace sobre un mundo acabado.
Esa música ahora ya puedo escucharla,
ese grito al mismo tiempo tan violento y tan tierno,
ese canto casi olvidado, ese tango del mañana,
esta noche, escuchándolo, yo me siento argentino.