A veces, los árboles esbozan un curioso ballet,
imitan mi pequeño cuerpo engañado por el viento,
y la hiedra susurra palabras familiares.
Ve a la vida con la mirada de un niño,
para oler los suaves perfumes exhalados,
por un jardín del cual guardaste el secreto, hace tiempo.
Entonces, las sonrientes niñas diáfanas cantaron
sobre el río centelleante y aperlado.