Tuvo, un día que un leñador se levante,
Que derribe un bello ciprés para venderlo a la serrería,
Que un amante de madera, para hacer secarse la savia,
Espere con paciencia la mitad de su vida.
Tuvo que un barco lo transporte un día
Y que un viejo artesano lo prefiera al abeto,
Que me pare por fin en el umbral de su puerta
Y que con una sonrisa me haya estrechado la mano.
Es aquí, como, esta tarde toco en mí guitara
El increíble viaje a través los años
De una semilla llevada por un viento mínimo
Para convertirse en guitarra en el fondo de un taller.
Es la cadena sin fin de detalles innombrables
Que fabrica nuestros días y se parece al destino,
Que hace caer la lluvia en desiertos de arena
Y abrirse las flores en medio de mi jardín.
Cada uno solo es un eslabón de esta inmensa cadena
Y mi vida solo es un punto perdido en el horizonte
Pero se necesitaba el amor de toda una existencia
Para que un árbol que muere se vuelva canción
Cuyas palabras, por casualidad, por senderos extraños
Van a encontrar la felicidad al final de nuestras penas
Y el tiempo, poco a poco se adormece en nuestras memorias
Para hacernos olvidar que al principio del camino
Es la cadena sin fin de los detalles innombrables
Que fabrica nuestros días y se parece al destino,
Que hace caer la lluvia en los desiertos de arena
Y surgir la música a los dedos de los músicos.
Solo era un eslabón de esta inmensa cadena
Y mi vida solo es un punto perdido en el horizonte
Pero se necesitaba el amor de toda una existencia
Para que un árbol que muere se vuelva canción.
Pero se necesitaba el amor de toda una existencia
Para que un árbol que muere se vuelva canción. (x2)