¡Adentro!
Con la diabla en las ancas Mandinga* llegó,
azufrando la noche lunar.
Desmontó del caballo y el baile empezó
con la cola marcando el compás,
con la cola marcando el compás.
Un rococo* de la isla cantaba su amor
a una sapa vestida de azul.
Carboncillo bailaba, luciendo la flor,
que a los ciegos devuelve la luz ,
que a los ciegos devuelve la luz
Socavón donde el alba muere al salir,
salamanca del cerro natal.
¡Y en las noches de luna se suele sentir
a Mandinga y los diablos cantar!
¡Bueno!
¡Y en las noches de luna se suele sentir
a Mandinga y los diablos cantar!
Cabalgando en su una escoba cruzaba el azul
estrellado la bruja mayor;
la lechuza en el hombro y el gran tenedor
disparándole a la Cruz del Sur*,
la lechuza en el hombro y el gran tenedor
disparándole a la Cruz del Sur.
Un quirquincho* barbudo tocaba el violín
y un zorrino* con voz de tenor
desgarraba el silencio con un yaraví*,
que Mandinga a cantar le enseñó