Fauno mutilado
fuente consumida,
jardín desolado
de la infancia mia.
Bendita la hora
que me ha traído aquí.
La fuente que no mana, la fuente que no llora
me hace llorar a mi.
Cual si fuese ayer sentí
que bajo el misterio de la rama florida
tumbados en la sombra
pasaban las horas mejores de la vida.
El agua nos cantaba su dulce trova,
el la piscina los peces nadaban mansos
cogíamos las flores y los animales
y nos hacíamos arañazos
trepando a las ramas de árboles frutales.
Nadie nunca nos dijo
como entre los caminos
del huerto señorial
hacía las sombras trepar
la rama floreciente del viejo olivo.
Arbol centenario
que amoroso torcía una rama huesuda
para que sin ayuda
a su copa trepáramos.
Bajo la rama más fuerte que crecía ahí
pendía la cuerda de un balancín
y vuelta tras vuelta
jugábamos y reíamos y la tarde agotada
marcaba el inicio de la hora muerta,
de la hora encantada.
Un sueño parecería
el tiempo que volado
de la vida mia.
Sin heridas en este corazón ajado
sin heridas que de pronto se vuelven a abrír
al ver que no ha manado
ni canta la llora la fuente del jardín.
Treinta años de mi vida pasaron deprisa
y aún ahí pende
de la rama más fuerte
sin su balancín un trozo de cuerda,
ruina triste y macilenta,
despojo podrido de un mundo derribado.
Fauno mutilado
fuente consumida,
jardín desolado
de la infancia mia.