Camino por las calles sobre mis zancos
Miro la ciudad antes de que me persigan.
Pero soy pequeño, delgado y muy combustible.
Cuando llega la noche, las espadas ya no me tienen miedo
Rígidos como obispos quienes se hunden el interior
A mi alrededor el mundo está escupiendo sus depravaciones y,
Como la buena reina del ordeño que soy, escupo
Su exceso de agresividad.
Pero soy pequeño, delgado y muy combustible.
Cuando estoy sucia
Muere un sueño tras otro
Todas estas caras oscuras no me llevarán a ninguna parte
Ofrezco todo y todo se abre, violentamente.
Cuando arqueo la espalda, todo se fuerza y se aleja.