Como un extranjero sin apoyo, desorientado,
queriendo hablar, acabé por callarme
hasta olvidar quién era para complacerte.
En vez de aceptarlo, hice lo contrario.
¿Vale la pena?
¿Vale la pena
pasar toda una vida bajo una coraza?
Me hago la promesa, me hago la promesa,
la promesa de ser fiel a mí mismo.
Me hago la promesa, me hago la promesa
de vivir por fin cuando mi corazón lata por un hombre,
por un hombre, por un hombre.
Como un enemigo
sin espada, sin esperanza.
En busca del infinito, de un refugio, de una mirada,
de una evidencia que me indique algún lugar
al que también tenga derecho a amar sin estar lejos.
No vale la pena,
no vale la pena
pasar toda una vida detrás de un muro.
Me hago la promesa, me hago la promesa,
la promesa de ser fiel a mí mismo.
Me hago la promesa, me hago la promesa
de vivir por fin cuando mi corazón lata por un hombre,
por un hombre, por un hombre, por un hombre, por un hombre.
Ni los míos ni los rumores
ni mi mano ni mi apariencia,
nada me detendrá jamás, lo juro.
Ni las ataduras ni las ofensas
ni los puños en la cara,
nunca nada agotará siquiera mi paciencia.
Si en ocasiones todo eso nos hace daño,
debemos amarnos sin cesar,
estar ahí, hacer lo que sea para recuperarnos.
Me dirijo a ti,
a nuestros derechos, a nuestra riqueza,
prométeme por fin hacerte la promesa.
Prométeme por fin hacerte la promesa.
Me hago la promesa, me hago la promesa,
la promesa de ser fiel a mí mismo.