El amor y su recuerdo que, de la gente
y del lugar y del tiempo, me hacian libre,
poblaron mágicamente mí vivir
con hermosos brillos de oro y plata.
Un atardecer vino deshaciendo espejismos:
yo me despedí - todo pasa y muere -
y se hizo migajas, medio a regañadientes,
una concha de lejanas playas.