Como si fuera su alma impresa en el papel
se lo dejó entre el cenicero y la libreta
junto a un mechero que parecía saber
que aquella noche iba pidiendo candela.
Bajo el pañuelo una mirada de mujer
y una sonrisa que recordaba el Levante
una ternura y unas ganas de querer
que fueron para su escribir punto y aparte.
Pidió otra copa y le sirvió de su botella,
bebieron juntos como dos viejos amigos;
bajo una lluvia de preguntas y respuestas
se confesaron los secretos más prohibidos.
Estribillo:
La rairairaira corazón,
duerme tranquilo hasta que llegue la mañana,
la rairairaira raira corazón,
que yo te velo en el rescoldo de mi cama,
rairairaira rai rai...
Se conquistaron los terrenos de la cama,
cruzaron juntos las fronteras del exceso
y se entendieron casi a oscuras sin palabras
con un idioma de caricias y de besos.
Se hizo la noche lo mismo que una candela
y entre las llamas y el rescoldo la locura
de un hombre en ascuas que va pidiendo candela
y una muchacha con el fuego en la cintura.
{Estribillo, dos veces}
Mi niña Candela...
La niña de fuego la llama la gente...