La muerte vendrá de improviso
tendrá tus labios y tus ojos,
te cubrirá de un velo blanco
adormeciéndose a tu lado.
En el ocio, en el sueño, en batalla
vendrá sin advertirte
la muerte va a golpe seguro
no toca el cuerno ni el tambor.
Señora que en clara fuente
reparas los maravillosos miembros
la muerte no te mirará a la cara
tendrá tu pecho y tus brazos.
Prelados, notables y condes
en el umbral lloraron bien fuerte;
quien bien maneja su vida,
mal soportará su muerte.
Mendigos que sin avergonzarse
llevaron el cilicio o la picota
partir no les fue fatigoso,
porque la muerte les fue amiga.
Guerrero que, a punta de lanza,
del suelo de Oriente a la Francia,
de estragos sembraste gran gloria
y entre los enemigos luto y llanto:
De frente a la extrema enemiga
no vale coraje o fatiga,
no sirve golpearla en el corazón
porque la muerte nunca muere.