Vivo encerrado aquí en una cárcel,
en un rincón con Dios,
renunciando a ti y a mi vida
que ya no me interesa.
Y, sabes, no puedo quedarme así.
Debo salir y reencontrar la vida.
Dame luz libre del cautiverio.
Yo sin ti ya no veo
y todo parece oscuro
y sin armonía,
y pierde la energía.
¡Vuelve aquí, sálvame
y por siempre te amaré!
Ya no sé llorar más.
¡Ayúdame a evadir!
¡Tú libérame y llévame contigo!
Y si tienes miedo, abrázame.
Mi misión es vivir cerca de ti.
Estoy luchando contra este olvido
porque no quiero perderte
y yo secaré tus lágrimas
hasta que aceptes
mi regreso entre tus bastiones
con las manos estrechadas en las manos.
Lo que vale tanto es volver a tenerte aquí.
Pero nada vale sin ti.
Dame aire y oxígeno,
de otro modo, me sofoco.
¡Vuelve aquí, sálvame
y por siempre te amaré!
Ahora que ya no me quieres,
que perdonar es fácil,
¡tú libérame y llévame contigo!
Y si tienes miedo, abrázame.
Mi misión es abrazarte.
Eres todo lo que tengo.
Eres todo lo que tengo.
Sálvame
y por siempre te amaré.
Es un manicomio inútil.
Ayúdame a evadir.
¡Tú libérame!
Si tienes miedo, abrázame.
Mi misión es vivir cerca de ti.
Cerca... cerca de ti.
Cerca de ti.