El Maritsa es mi río
como el Sena es tuyo
pero sólo hay mi padre
ahora que lo recuerde
algunas veces ...
De los primeros diez años
ya no me queda nada
ni siquiera la más pobre muñeca,
nada más que un estribillo
de antaño...
Todos los pájaros de mi río
me cantaban la libertad.
Yo no comprendía muchas cosas
pero mi padre él sabía
escuchar...
Cuando el horizonte se hizo demasiado oscuro
todos los pájaros se fueron
por los caminos de la esperanza
y nosotros los seguimos
a París...
De los primeros diez años
ya no me queda nada... nada
Y sin embargo con los ojos cerrados,
yo oigo a mi padre cantar
este estribillo...