Ayer yo hablaba con una bruja,
discutíamos de fútbol y poesía, ayer.
Después le dije que me gustaría que me enseñara
cómo atrapar a su minino detrás,
entonces ella me transformó en un gato así,
pequeño felino rojo con los dientes rotos, una especie de gato atigrado.
Después de eso he estado caminando por los tejados,
y grité:
Soy yo, soy yo.
Tú no me reconociste, ¡no!
Igual mis amigos me gritaban:
Calla, gato; calla, gato; calla, gato.
Por sus pequeños y florecientes árboles
yo quiero trepar a sus brazos, ahí.
Debiste comenzar por ahí,
debiste tener más cuidado de mí,
debiste dejar de observar la avellana,
que es mi boca.
Ahora tienes rostro de gato,
un funámbulo sobre los tejados
con la luna como lampara de noche,
y nadie que te reciba en tu casa.
¡Es difícil ser un gato en esta jodida ciudad!
Y puedo brincar a través de los arboles,
y tú puedes ver mis ojos a través de la noche
como luces de un automóvil.
Y observo mi cama a través de las ventanas,
reconozco la almohada y sueño con
tu cabecita durmiendo.