He recibido una carta,
hace un més probablemente,
llegada por error,
torpeza del cartero.
Rociada con perfume,
pintalabios carmín,
debería, esta carta,
no haberla abierto probablemente.
Pero yo soy un hombre
al que le gusta este tipo de apuesta,
quiero que ella me nombre
Alphonse, Fred, como ella quiera.
Como ella quiera.
Bonitas margaritas
encima de sus "i",
curvas manuscritas
como en las abadías.
Algunas faltas de ortografía,
una ligera dislexia,
y en forma de párrafo
la pequeña rubia sexy.
Y yo soy un hombre
al que le gusta este tipo de juego,
no me gustan las monjas
y caí enamorado.
Enamorado.
Dice que el domingo
estará en el acantilado
donde la cogí por las caderas
y que en la hipótesis
de que no tenga el tacto
de asumir mis retozos
eligirá el impacto
30 metros más abajo.
Y yo soy un hombre
al que le gusta este tipo de apuestas,
no quiero que se asome
porque caí enamorado.
Enamorado.
Gracias al sello de correos
de un pueblo de la mancha
yo estaba en el puesto avanzado
el domingo por la mañana.
El sitio estaba desierto,
habrá que ser paciente,
las rubias suicidarias
no llegan a 100.
Y yo soy un hombre
al que le gusta este tipo de apuestas,
quiero pegarle a Newton
porque me caí enamorado.
Enamorado.
Apareció por la mancha
cuando la reconoci,
agarré por la manga
a mi pequeña ingénua,
que no lo era tanto
al mirarla de perfil,
ya que un pequeño habitante
crecía tras su ombligo.
Y yo soy un hombre
al que le gustan este tipo de apuestas
quiero que me llame
"Papá" si asi lo quiere.