No te asustes ni me huyas,
no he venido pa' vengarme;
si mañana, justamente,
ya me voy pa' no volver...
He venido a despedirme
y el gustazo quiero darme
de mirarte frente a frente
y en tus ojos campanearme,
silenciosa, largamente,
como me miraba ayer.
He venido pa' que juntos
recordemos el pasado
como dos buenos amigos
que hace rato no se ven;
a acordarme de este tiempo
en que yo era un hombre honrado
y el cariño de mi madre
era un poncho que había echado
sobre mi alma noble y buena
contra el frío del desdén.
~ ~ ~
Una noche fue la muerte
quien vistió mi alma de duelo:
mi querida madrecita
se le fue a vivir con Dios;
y en mis sueños parecía
que la pobre, desde el cielo,
me decía que eras buena,
que confiara siempre en vos.
Pero me jugaste sucio
y, sediento de venganza,
mi cuchillo aquella noche
lo enterré en un corazón.
Y más tarde, ya sereno,
muerta mi única esperanza,
unas lágrimas rebeldes
las sequé en el bodegón.
~ ~ ~
Me encerraron muchos años
en la sórdida gayola
y una tarde me largaron
pa' mi bien... o pa' mi mal...
Fui deambulando por las calles
y rodé como una bola;
pa' tomar un plato 'e sopa
¡cuantas veces hice cola!
Las auroras me encontraron
ahí, atorrando en un umbral.
Hoy ya no me queda nada,
ni un recurso, estoy tan pobre;
solamente vengo a verte
pa' dejarte mi perdón...
Te lo juro, estoy contento
que la dicha a vos te sobre.
Voy al campo a laburarla
juntar unos cuantos cobres
pa' que no me falten flores
cuando esté dentro 'el cajón.