Trató de escapar con la tranvía
Cerca de las seis de la mañana
desde la botella de agua de horchata
donde flotaba Milàn.
No fue difícil de seguir,
el poeta de la Baggina:
su alma iluminada
echaba luz de bombilla;
le dièron fuego a su cama
en el camino hacia Trento;
logrò escapar de su barba
un combativo petirrojo.
Los polacos no murieron inmediatamente
y, arrodillados cerca de los últimos semáforos
les arreglaban el maquilaje a las putas del régimen
lanzadas hacia el mar;
Los traficantes de pastillas de jabòn
ponìan el vientre hacia el este
los que se convirtieron en el noventa
fueron dispensados en el noventa y uno.
El mono del Cuarto Reich
bailó la polca sobre el Muro
y mientras subía
le hemos visto todo el cùlo;
la pirámide de Keops
quise ser reconstruida en aquél día de celebración
piedra por piedra
esclavo por esclavo
comunista por comunista .
En el Domingo de los Despojos
no se oyò ni siquiera un disparo:
el gas hilarante
presidiaba las calles.
El Domingo de los Despojos
se llevò todos los pensamientos
y las reinas del « tuya culpa »
se amontonaban en las peluquerías .
En la soleada cárcel de la Patria
el segundo carcelero
dijo al primero, nombrado " Bigote De Sebo“:
”Se puede actùarlo mañana al amanecer”
Y enviaron enviados,
caballos , infantería, perros y un burro
para anunciar la amputación de la pierna
de Renato Curcio el carbonario.
El minìstro de los temporales
en un triunfo de trombones
solicitaba democracìa
con el mantel sobre las manos y las manos sobre los cojones.
Yo quiero vivir en una ciudad
donde en la hora del aperitivo
no haya derramamiento de sangre
ni siquiera de detergente.
Tarde en la noche yo y mi ilùstre primo De Andrade
habìamos quedado los últimos ciudadanos libres
de esta famosa ciudad civil,
porqué teníamos un cañón en el patio,
un cañón en el patio.
En el Domingo de los Despojos
nadie quedò herido,
todos siguiendo el ataúd
del difunto ideàl.
En el Domingo de los Despojos
se oìa cantar :
“¡Qué tan hermosa es la juventud,
ya no queremos enviejecer màs!”
Los últimos caminantes
Se refugiaron en las catacumbas
Encendieron la televisión y miraron a nosotros cantando
durante media hora,
y luego nos enviaron al infierno.
Ustedes, los qué cantaste en zancos y de rodillas,
Con pianos al hombro y vestidos de Pinocho,
Ustedes, los que cantaste para los lombardos y los centralistas,
para la Amazonia y para el dinero
en los “palaestilistas”
y en los “Padres Maristas”
Uds. tenìan poderosas voces
lenguas entrenadas para golpear el tambor
Uds. tenìan poderosas voces
adecuadas para envìar a la mierda.
En el domingo de los Despojos
Los empleados de la nostalgìa
entre las flautas acompañaban
el cadáver de la Utopía;
el Domingo de los Despojos
fue un domingo como muchos otros.
Al día siguiente hubo señales
de una paz aterradora
mientras que el corazón de Italia
desde Palermo hacia Aosta
se hinchaba en un coro
de “vibrante protesta”.