Al final de la calle Saint-Vincent,
un poeta y una desconocida
se amaron por un instante,
pero él no la volvió a ver.
Esta canción compuso
a la espera de que su desconocida,
alguna mañana de primavera, la escuche
a la vuelta de cualquier esquina.
La luna tan clara
pone una diadema
en tu pelo rojizo.
La luna tan pelirroja,
de gloria salpica
tu enagua llena de agujeros.
La luna tan clara
acaricia el ópalo
de tus ojos hastiados.
Princesa de la calle,
sé bienvenida
a mi corazón herido.
Las escaleras de la Colina1
son duras para los miserables.
Las aspas de los molinos
protegen a los enamorados.
Pequeña mendiga,
siento tu manita
que busca mi mano.
Siento tu pecho
y tu talle fino,
me olvido de las penas.
Siento en tus labios
un olor a fiebre
de niño desnutrido.
Y bajo tu caricia,
siento una emoción
que me acongoja.
Las escaleras de la Colina
son duras para los miserables.
Las aspas de los molinos
protegen a los enamorados.
Pero se pone a llover,
la luna se larga,
la princesa también.
Bajo el cielo sin luna,
lloro al oscurecer
mi sueño esfumado...
1. En referencia a la colina de Montmartre de Paris. https://es.wikipedia.org/wiki/Montmartre