Cuando regresaba mi padre, escuchaba las voces
olvidaba que jugaba y corría para allá,
me escondía en la sombra del grande jardín,
y lo retaba a buscarme: aquí estoy.
Después me metían a la cama al terminar la cena,
ella apagaba la luz y se iba,
yo me quedaba solo y tenía miedo
pero no le decía a nadie: quédate un poco.
No sé más el sabor que tiene
la esperanza que sentía nacer en mí
no sé si me falta más
la caricia de la noche o las ganas de aventura,
ganas de irme de ahí.
Aquellos días de otoño parecían eternos,
cuando le preguntaba a mi madre dónde estabas
no entendía lo que era esa sombra en sus ojos
y me quedaba pensativo: me faltas tú.
No sé más el sabor que tiene
la esperanza que sentía nacer en mí
no sé si me falta más
la caricia de la noche o las ganas de aventura,
ganas de irme de ahí.