He vivido siempre aquí
como un extranjero errante
en esta tierra, solitario,
en un desprendimiento perpetuo,
Escucho en mi el llamado de otro universo
que resuena con amargura.
Los ojos fijados al cielo,
llevando la carga de mi cuerpo,
percibo mi hogar
perdido entre las nubes.
Demasiada gravedad aquí, brazos obstinados
retienen a los espíritus viajeros
a punto de escapar.
Desde aquí abajo siento mi hogar,
sus praderas eternas
perdidas entre las nubes.
Allí, donde nacen los nuevos colores,
allí, donde permanece mi corazón y mi alma.