Calla, no remuevas la herida,
llora siempre en silencio,
no levantes rencores,
que este pueblo es tan pequeño...
Eran otros tiempos. (x2)
Todos le llamaban Justo,
justo de nombre y de acción,
el mayor de cinco hermanos,
elegante, el más prudente
de un pueblito de la Sierra del Segura,
sastre y leñador de profesión.
Se hablaba con la Ascensión,
morenita, la de Amalio.
De los pocos que leía,
estudiaba por las noches
en los tres meses de invierno.
Él cantaba por las calles,
siempre alegre una canción.
Al final del 38
son llamados a la guerra,
la generación más joven,
"la quinta del biberón".
Se subieron al camión
como si fuera una fiesta,
pero él fue el único que no volvió.
(Estribillo)
Y ahora yo
logro oírte cantar.
Se dibuja tu rostro
en la armonía de este lugar.
Y ahora yo
logro oírte cantar:
"Si no curas la herida,
duele, supura, no guarda paz."
Tras trece días sin noticias,
la alegría de un segundo,
llega una carta de vuelta,
otra de su compañero:
"Fue una bala,
nos leía el diario,
me quedé con su cuchara,
la guerrera y el mechero."
La madre LLanos baja,
gritando por la cuesta:
"¡Canallas! ¡Me lo habéis matao!"
Sin una flor, sin un adiós,
la única tumba la de su corazón.
Pero ahora yo...(estribillo)
"Quiéreme niña,
quiéreme niña,
quiéreme siempre.
Quiéreme tanto,
quiéreme tanto,
como te quiero.
A cambio de esto yo te daré
la caña dulce, la dulce caña
y el buen café...
la caña dulce, la dulce caña
y el buen café."